Vemos en las noticias, periódicos y programas locales que tanto el Ayuntamiento como el Gobierno de Aragón firman convenios y ayudan económicamente a muchas asociaciones que trabajan en nuestra comunidad autónoma, igual que nuestra asociación.

¡¡Eso es algo que nos alegra sobre manera por las compañeras!!

Nos alegra que mujeres que están solas, o que tienen algún tipo de problema, vean respetados sus derechos y se les de lo que les pertenece, que para algo están los presupuestos del Estado, para proporcionar ayuda a quienes más lo necesitan.

Pero a la par que nos alegra mucho, nos lleva a pensar mucho también… 

Porque nosotras hemos ido a todas partes a pedir. Si, a pedir, tal como suena y en toda la extensión de la palabra.

A pedir ayuda para nuestras socias, nuestras chicas, como las llamamos nosotras.

A pedir que nos ayuden, para poderles dar de comer cuando nos llaman desesperadas porque no tienen nada, absolutamente nada que darles de comer a sus criaturas, porque es pagar el piso y los suministros o comer.

Y si se quedan sin donde vivir, tienen el terror de que les quiten a sus criaturas. Y es cuando nosotras, con lo poco de que disponemos en la asociación, nos tiramos como locas a un supermercado, y les hacemos una compra para que esa familia monomarental, con dos o tres criaturas, puedan salir adelante ese mes. 

A pedir que nos ayuden para cuando nuestras chicas nos llaman que no pueden pagar la luz, y con criaturas no pueden estar sin luz en la casa. Y es cuando nosotras, con lo poco de que disponemos en la asociación, les hacemos una transferencia o les acercamos el dinero para que puedan pagar la luz ese mes, que el que viene ¡ya veremos cómo nos apañamos!

Pero esto no es una solución, porque nuestros recursos no son limitados: son limitadísimos.

Y cuando hemos ido a las instituciones pertinentes a pedir ayuda, ya sea en forma de convenios, ya sea en la forma que considerasen más adecuada, nos han dicho que no se firmaban esos convenios que después hemos visto anunciados a bombo y platillo en la prensa firmados con otras asociaciones.

Y es que, a lo mejor, las instituciones no entienden la magnitud de lo que es ser una VÍCTIMA DE VIOLENCIAS MACHISTAS

Pero nosotras se lo vamos a explicar un poco, solo un poco, que no queremos alargarnos ni aburrir, para que no le quede la más mínima duda a nadie:

Una víctima, en muchos casos, después del infierno que ha soportado por parte del maltratador, presentará secuelas físicas.

Una víctima en prácticamente todos los casos, después del infierno vivido con el maltratador, presentará secuelas psicológicas que le pueden durar toda la vida.

Una víctima, se convierte automáticamente con sus hijos en una unidad familiar monomarental a la que se tiene que ayudar.

Una víctima está siempre sufriendo violencia económica, ya que la mayoría de los maltratadores utilizan las pensiones de alimentos para seguir maltratando a la mujer. Eso cuando no le ha dejado deudas. Por lo cual nunca podrá estar tranquila a nivel económico.

Una víctima ha estado sin trabajar o en trabajos precarios durante el tiempo que ha convivido con el maltratador, por lo que necesita reciclarse o aprender un oficio. Y mientras eso ocurre, necesita subsistir ya que no tienen paro. NO quieren vivir de paguitas, pero si necesitan ayuda mientras se recomponen. Y no nos vale que nos digan que está la RAI o el IMV, porque muchas de estas mujeres tienen bienes compartidos con el maltratador, quién impide su liquidación, a los que no tienen acceso y que sin embargo computan para no poder obtener ninguna ayuda.

Las hijas e hijos son también víctimas de las violencias machistas ejercidas por los maltratadores y espectadores de las que ha ejercido sobre su madre, con lo cual esas criaturas tienen necesidad de ayuda también.

Una víctima de violencias machistas, tiene derecho a que se la ayude por ley. Pero las ayudas, si llegan, tardan demasiado tiempo. Y esas mujeres y criaturas tienen que comer y pagar.

Resumiendo, son familias monomarentales, que tienen secuelas psicológicas (tanto ellas como sus hijas e hijos) y tienen o pueden tenerlas físicas, que están económicamente desamparadas y que laboralmente necesitan reciclarse y un puesto de trabajo. Y todo esto, quedándonos en la superficie del problema, sin ahondar prácticamente nada.

¿Nos pueden explicar el por qué, si cumplimos todos los requisitos en conjunto que otras asociaciones cumplen entre ellas por separado, no nos ayudan?

¿Nos pueden explicar por qué nos dicen que no se firman convenios, cuando sí lo están haciendo con otras asociaciones?

¿Nos pueden explicar por qué siendo la única asociación de mujeres víctimas sobrevivientes de la violencia machista de todo el territorio aragonés, no mueven las instituciones un dedo para ayudarnos?

¿Nos pueden explicar por qué siempre que vamos a tocar a sus puertas nos encontramos con ellas cerradas?

¿Nos pueden explicar por qué se jactan de todo lo que hacen por las víctimas, y cuando las víctimas vamos a pedirles ayuda, se nos quitan de encima?

¿Nos pueden decir por qué incluso nos envían mujeres para que las ayudemos pero ustedes no quieren ayudarnos a nosotras?

¿Nos pueden decir por qué nos preguntan qué pretendemos y nos comparan con otras asociaciones a las que sí les firman convenios, cuando nosotras sin medios, sin dinero y con menos tiempo trabajando tenemos un reconocimiento Menina? Si lo tenemos, ¡por algo será!

Por que cumplimos bien con nuestros fines y objetivos, que son la lucha contra las violencias machistas y ayudar a las víctimas y sus criaturas por encima de todo.

Estamos viendo que aquí es todo por las víctimas, pero sin las víctimas. Y así NO se ayuda a las víctimas. No necesitamos sonrisas y palabras vacías que no dicen nada.

Necesitamos medios para ayudar a nuestras chicas y los necesitamos YA.

Acta non verba. Hechos, no palabras