Un militar, un médico, un abogado, un dentista, como en la canción de María Jiménez. Todos viudos. Todos norteamericanos. Todos en una muy buena posición económica. Todos muy atractivos, con buen porte, amabilísimos, encantadores y sobre todo, muy, muy enamorados de ti.
Enamorados hasta los huesos, locos de amor, embelesados, incluso asustados de tanto amor como sienten por ti.
Un amor que solo sintieron por su difunta esposa, esa que conocieron en la escuela secundaria o en el instituto, con la que siguieron juntos en la universidad y que, una vez acabadas sus carreras, se casaron en una boda de ensueño. Esa, con la que tuvieron sus preciosos hijos, que ahora ya son adultos y hacen sus vidas (casados y con nietos igual de preciosos). Esa, a la que una cruel enfermedad, accidente (inserte aquí lo que más convenga) se la llevó de su lado, ¡ahora que se habían jubilado y que iban a cumplir su sueño de viajar por el mundo, felices y enamorados!
Pero te ha conocido a TÍ, que le has hecho sentir ese amor que no sentía desde que su encantadora esposa (de la que, al igual que del resto de su familia te mandará fotos. Hasta del perro, también maravilloso), falleció. TÚ, que le has avivado de nuevo la llama del amor romántico que pensó no volver a sentir después de perderla a ella. TÚ, que le has hecho volver a sonreír, a reír a carcajadas, a esperar con ilusión un mensaje en el móvil, a encontrarle sentido a la vida. TÚ, que has entrado en su vida como un torbellino, como un huracán, poniéndosela patas arriba, a él, que no quería tener nada que ver con el amor, ni de lejos.
Y empezarán las conversaciones hasta altas horas de la madrugada, las confidencias. Te contará su vida, su soledad a pesar de su buena posición económica. Y es que sus hijos e hijas viven en otros estados, es lo que tienen sus maravillosos trabajos. Y a él siempre le atrajo España, tan soleada, tan bonita, tan animada y ahora más, porque es que, estás TÚ.
Y aunque no hay llamadas, porque él es un hombre de los de antes, no le gustan esas modernidades de ahora. Las tiene que usar con sus hijas e hijos, y lo hace obligado y por ver a sus nietos que si no… Pero es que si os veis u os oís antes de tiempo, se romperá la magia, te dice.
Quiere que el día que os veáis sea especial, mágico, perfecto.
Y tú, vives en un sueño, pensando que cómo te ha podido pasar esto a ti, aunque por otro lado también piensas que ya era hora. Que siempre has tenido mala suerte en el amor, que el que no te ha salido un jeta, te ha salido un borracho, y el que no tenía la mano larga.
Piensas ¡qué pena la distancia!, pero ¡bueno!, crees que eso es solucionable, que para eso se han inventado los aviones ¿no? Además, cada vez que “habláis” (que es todos los días), Tú le ves más enamorado, con más ganas de verte, de venir, ¡si incluso está pensando en vender una de sus casas de allí y comprar una aquí!
Una casa a tu altura te dice, cómo tú te mereces, para que estés como una reina, ¡como debe ser!
¡Pues no vas a callar tú bocas! Y lo a gusto que te vas a quedar cuando te vean pasear del brazo de tu novio americano, con ese porte y esa cara, ésas que tanto han hablado de ti a tus espaldas. Que te han llamado solterona, que decían que tenías muy mal ojo para los hombres y que lo que tenías que hacer era dedicarte a trabajar. Que encima habías tenido suerte y tenías un buen trabajo y ganabas bien.
Cómo si tampoco te merecieras el trabajo que tienes, que lo tuyo te costó estudiar y sacarte las oposiciones.
Y llega el día. No te lo puedes creer. Llega el día en que te dice «mailof«, lo estoy preparando todo para vender mi casa en los lagos, que total no voy nunca y los muchachos si quieren ir, que compren ellos una, porque he estado mirando agencias en (inserte aquí la ciudad de preferencia) y he visto un chalet precioso.
Con su piscina, su jardín, su garaje, habitaciones de sobra por si mis hijos vienen a vernos, es precioso «mailof«. «Se que te va a encantar y que vamos a ser muy felices allí, TÚ y yo, juntos. Aunque estaremos poco, porque vamos a viajar mucho, que sé que te gusta viajar, baby, pero, cuando estemos en casa, que «my love» esté a gusto».
Y tú, ¡pues alucinas!, pasas de la risa al llanto, del llanto a la risa, en un sin fin de emociones.
Y te escribe tu amor americano, serio, compungido y triste, como no lo habías leído hasta ahora, y claro, le preguntas qué le pasa. Y él te dice «my love, la agencia me está poniendo problemas con las transferencias desde mi banco americano, que país tercermundista éste tuyo. Si no fuera por ti, te aseguro que anulaba todo…»
Y tú inmediatamente le preguntas qué ocurre, qué puedes hacer para ayudarle, que no quieres leerle triste ni enfadado, ¡faltaría más! Y tu amor americano te dice que no, que no te puede pedir eso.
Y tú por supuesto insistes, e insistes, hasta que te dice que la solución que le dan es que se transfiera el dinero desde una cuenta española, porque desde las suyas americanas, pues no hay manera. Y tú automáticamente le dices que te de el número y la cantidad y te pones manos a la obra. Que os vais a casar, que confianza plena en vuestro amor, ¡por favor!
A todo esto, ya les has contado a tus amigas tu noviazgo, orgullosa y llena de orgullo. Y por supuesto les has enseñado fotos de tu novio, para que vean cómo te las gastas, y se metan la lengua dónde les quepa y sepan quién eres tú. Y les cuentas la mierda de gestión de la agencia, que no saben ni operar con cuentas internacionales, ¡que vergüenza!.
Y tus amigas, tomando ese café se miran entre sí y te comentan que si has oído algo en la tele de los que llaman «estafadores del amor». Y te cuentan una historia parecida a tu historia de amor con tu novio americano, pero que no acaba con los novios casados, felices y comiendo perdices.
Y tú entras en cólera, y les dices que como pueden ser así, tan envidiosas, que para una vez que te ven feliz se tienen que inventar nosequé historias porque no soportan que el amor haya llegado a tu vida, así de ésta manera tan maravillosa, ¡cómo una ola!
Más tarde hablas con tu novio y te dice que parece que los ineptos de la agencia han solventado lo de la transferencia, que «muchas gracias my love, que si no fuera porque estás tú aquí.
Pero que todo se le pasa sabiendo lo felices que vais a ser los dos juntos en esa maravillosa casa. Y a ti todo se te hace poco para tu novio americano, porque la felicidad que sientes no la has sentido nunca, y más feliz que vas a estar cuando él esté aquí, contigo.
Y ya verán esas que se dicen tus amigas, cuando os vean juntos de la mano, pasear por el jardín, por el centro y por todas partes.
Pero resulta que los imbéciles de la agencia no dan una, que de verdad que si no fuera porque ya habéis dado una pasta, y porque tu amor está que echa humo de tener que ponerte en ésta tesitura (él, con lo caballero que es, con lo que le cuesta hablar de dinero,,,) de verdad que cambiabais de agencia.
Pero a estas alturas no puede ser, que lleváis mucho dinero dado y tu novio americano ya te ha dicho que ha vendido la casa de los lagos y que en cuanto llegue aquí, todo ese dinero te lo pone en una cuenta. Vamos, que te pone a tí de titular en sus cuentas, que todo lo suyo es tuyo, que para algo lo vuestro es para toda la vida.
¿Cómo no vas a hacer lo que haya que hacer tú ahora que al pobre le están dando tanto trabajo entre la agencia, los bancos y todo lo demás?
Total que tienes que volver a hacer otra transferencia porque la agencia sigue en sus trece, sin dar una y poniendo a tu «love» de los nervios.
Y tú, que entre que has tenido un buen trabajo, que has sido de poco gastar y que tus padres te dejaron bien arreglada, tenías un buen colchón en el banco. Pero vas viendo como ese buen colchón que tenías va bajando y bajando y se va quedando en esterilla… y te empiezas a preocupar un poco. Y se lo comentas a tu amor americano una noche en medio de esas charlas maravillosas que se prolongan horas.
Él parece que se ofusca, que se enfada, que le molesta profundamente que dudes de él y te dice muy serio (como no lo has leído nunca) que no te preocupes, que inmediatamente da orden de que te devuelvan todo el dinero y anula todo lo de la compra de la casa e incluso devuelve el billete que tenía ya comprado para ir a verte.
Tú, te quedas impactada porque ¡claro!, no sabías nada, ya que era una sorpresa que con tus inseguridades le has obligado a desvelar antes de tiempo, y encima te sientes super culpable. Y tu «love» americano, ese día, se despide rápido, enfadado y sin tantos «ailovius» como de costumbre.
Y tú, pues te quedas destrozada pensando en cómo has podido dudar de ese hombre maravilloso que la vida ha puesto en tu camino.
Pasas varios días sin saber nada de tu amor, y estás como una leona enjaulada, tirándote literalmente de los pelos de haber sido tan tonta y haber tenido tan poco tacto.
Le mandas mensaje tras mensaje, e incluso llamas a su número pero no obtienes respuesta… Esta situación te está matando pero de repente, aparece un «¡Hola, mi amor!» en la pantalla y el mundo se vuelve a llenar de luz para ti.
Tu amor te dice que se había enfadado mucho pero que es más grande el amor que siente por ti a la ofensa de que dudes de él, y que te perdona. Pero que le ha costado mucho, que lo sepas, y que espera que no vuelva a ocurrir, porque él no es un don nadie y que no necesita tu dinero. Y que si no vivieras en un país tercermundista, que no sabe trabajar con cuentas internacionales, todo esto no estaría pasando.
Tú le juras y le perjuras que no va a volver a ocurrir, que no sabes que te ha pasado, que ha sido un repente y que esté tranquilo, que confías plenamente en él. Que estás deseando que os vayáis a vivir a esa casa maravillosa juntos, y pasar el resto de vuestra vida viajando y descansando en el jardín.
Él te dice que precisamente de eso quiere hablarte, que ya tiene todo prácticamente controlado. Que la casa está comprada a falta de un par de detalles y que necesita que le hagas una transferencia a la inmobiliaria, a lo que tú, por supuesto, accedes de inmediato. Y más cuando te dice que ha sacado un billete de avión para dentro de un mes, para irse contigo definitivamente.
En un mes estarás esperándole en el aeropuerto, ¡por fin! estaréis juntos de una vez, y al fin podrás presentárselo a todo el mundo y se tendrán que callar todas esas cosas que andan repitiéndote una y otra vez que tienen más que harta. Tanto, que hasta a ti te hicieron dudar de tu novio y casi lo estropeas todo,
Ese mes se te hace eterno. Y aunque sigues muy dentro de tí preocupada por tu situación económica, ya que tienes las cuentas temblando, no quieres pensar mucho en ello, porque estás tan ilusionada imaginando todo lo que te espera cuando tu love llegue… Que prefieres no pensar en nada más.
Y llega el día tan esperado por ti. La noche de antes no puedes dormir, así que te levantas muy temprano, vuelves a limpiar toda la casa porque de momento, vais a quedaros aquí, en tu casa, para preparar todas tus cosas para mudaros a la casa nueva, con su piscina, y su jardín, pero de momento el primer testigo mudo de vuestro amor va a ser tu pisito.
Arreglas tu casa, te arreglas tú… y te llega un mensaje inesperado de tu amor en el que te dice que está en uno de los aeropuertos de trasbordo de su viaje y que su tarjeta no funciona, que qué pasa en Europa, ¡¡¡¡que esto en EEUU no ocurre diablos!!!! Que no puede ni siquiera pagar la comida en un restaurante mientras espera su siguiente vuelo y que si puedes hacerle una transferencia para poder pasar la espera entre vuelo y vuelo. Que ya os quedan horas para estar juntos, maylof, que ya no os queda nada.
Que ya sabes lo caros que son los aeropuertos, y que con 1500 o 2000€ será suficiente hasta que os veáis. Tú te quedas un poco sorprendida, pero bueno, evidentemente le transfieres el dinero y terminas de prepararlo todo para su llegada. Y con tiempo más que suficiente sales con tu coche hacia el aeropuerto para recibir a tu amor.
Cuando llegas, localizas las pantallas y en seguida ves que su vuelo viene puntual, a su hora, y no puedes más de nervios. Vas a la puerta por dónde va a salir en cuánto aterricen y te pones en primera fila, pensando en si lanzarte a sus brazos, como una adolescente en una película, o abrazarlo tiernamente como corresponde más a vuestra edad, o esperar a que el vaya hacia tí como el caballero que es…
Y de repente se abren las puertas y empieza a salir gente y tu corazón se acelera conforme va saliendo gente y más gente. Pero no lo ves, y deberías verlo porque es muy alto y destacaría entre todo el mundo.
Esperas porque sigue saliendo gente y sigues esperando incluso cuando ya no sale nadie más y eres la única que sigue allí.
Te acercas a las señoritas que están en la puerta y preguntas si ha salido todo el pasaje del avión, si se ha quedado alguien dentro por algún motivo, si ha ocurrido algún percance, y te contestan que no, que todos los pasajeros han salido a lo que tú contestas que eso es imposible porque tu novio tenía que venir en ese avión y no ha venido, que algún error ha tenido que haber. Y ellas, se miran entre sí, y te miran a tí con caras apenadas y te dicen que lo sienten mucho pero que en el avión no ha quedado nadie, que igual es mejor que se ponga en contacto con su novio a ver si es que ha perdido el avión, o algo…
Automáticamente le escribes un mensaje detrás de otro, incluso “rompes las reglas” y le mandas mensajes de voz y le llamas al único número que tienes de él pero todo es inútil. No salen las dos “palomitas”, no lee tus mensajes, no consigues llamar ni contactar con él.
Estás sentada en tu coche pensando que le ha tenido que pasar algo, que esto no es normal, que esto no puede estar pasándote a ti, que no podían tener razón todos los que te decían todas esas cosas.
Te das cuenta de que llevas sentada en tu coche un buen rato y arrancas camino de tu casa y empiezas a pensar que, realmente, nunca has sabido la dirección de la casa que él te decía que iba a comprar, ni dónde estaba, ni el nombre de la inmobiliaria, ni su dirección en Estados Unidos… no has sabido de él más que un nombre y unas fotos que no decían nada en claro.
Y que te enamoraste perdidamente de un fantasma que te ha arruinado no sólo la vida, si no económicamente, porque te ha dejado prácticamente sin dinero.
Y ahora no sabes como vas a mirar a la cara a todos aquellos que te lo venían avisando, que te venían diciendo que esta historia olía muy mal, que estas cosas salían continuamente en la tele y que eran estafadores que solo querían el dinero de mujeres como tú.
¿Mujeres como tú?. ¿Qué tenéis de malo las mujeres como tú?. ¿Querer encontrar el amor, que alguien os quiera, ser amadas, queridas y valoradas? ¿Sentiros especiales para alguien? ¿Haber pensado que había un hombre que se había fijado en vosotras?
«¿Que os volvéis ciegas y que os consiguen sacar el dinero, que al fin y al cabo es lo único que buscaban desde el principio?» Eso es lo único que va a ver todo el mundo, que os han sacado el dinero, que os han estafado.
Y es cierto. Lo han hecho, jugando con vuestros sentimientos y con la necesidad de cariño y amor que tenéis.
Pasan los días y piensas en denunciar, si servirá de algo, que nunca vas a volver a recuperar tu dinero, ese colchón que tenías para el día de mañana y que se ha esfumado en manos de (ahora lo sabes) una banda organizada que se dedica a esto, a captar por las redes a mujeres solas como tú, engatusarlas y sacarles todo el dinero posible antes de desaparecer.
Por supuesto, en ningún momento ha habido detrás de la pantalla un militar, un médico, un abogado o un dentista. Ahora lo sabes. Pero ahora, es tarde.
Y no sabes que vas a hacer, sigues sin saber que vas a hacer desde aquel día en el aeropuerto…
Y empiezas a buscar en internet alguna asociación que te pueda ayudar. Otras mujeres que hayan podido pasar por algo parecido a lo que has vivido tú. ¡Y la encuentras!
Tardas pero reúnes el valor para llamarlas y decirles “Me llamo X y he sido víctima de un estafador del amor. Necesito vuestra ayuda”
Y sientes alivio cuando te contestan “No te preocupes, vamos a ayudarte, no estás sola”.
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