Qué significa estar en VioGén: Dentro del sistema (1)Si estar en VioGén no garantiza una protección plena, no estar puede significar directamente quedar fuera de la red. En teoría, cualquier mujer que denuncia una situación de violencia machista entra automáticamente en el sistema. Pero la realidad tiene matices: hay municipios donde las policías locales no están integradas en VioGén y, por tanto, no pueden acceder a los datos de riesgo.

Zaragoza es uno de ellos. Y, como ya explicamos en nuestro anterior artículo, ese vacío institucional tiene consecuencias reales.

Qué implica que una ciudad no tenga convenio VioGén

El convenio entre el Ministerio del Interior y los ayuntamientos permite que la Policía Local participe en el seguimiento de las víctimas, acceda a la base de datos estatal y coordine actuaciones con la Policía Nacional o la Guardia Civil.

Cuando no existe convenio, ocurre lo siguiente:

  • La Policía Local no puede ver ni actualizar el nivel de riesgo de una víctima, ni siquiera si la conoce o interviene en su barrio.
  • No puede realizar visitas de control ni acompañamientos planificados.
  • Solo puede actuar de forma reactiva, cuando hay una llamada de emergencia.
  • El seguimiento depende en exclusiva de Policía Nacional o Guardia Civil, que priorizan los casos de riesgo alto y extremo.

El resultado es una brecha de protección: cientos de mujeres catalogadas como riesgo bajo o medio quedan sin vigilancia presencial ni acompañamiento real.

La protección sobre el papel

El documento oficial lo explica sin eufemismos:

“Cuando no hay convenio local, el seguimiento del riesgo bajo se reduce a revisión administrativa y atención reactiva.”

Eso significa que una mujer en riesgo bajo no tiene vigilancia física programada, su plan de seguridad se queda en un archivo y la app de emergencia (AlertCops) no garantiza una respuesta rápida.

A efectos prácticos, está protegida solo en los papeles.

En Zaragoza, por ejemplo, más de 1.600 casos activos dependen únicamente de la Policía Nacional, que concentra su esfuerzo en los niveles medio, alto y extremo. El resto se mantiene en espera, bajo el eufemismo de “seguimiento administrativo”.

Y sin embargo, los datos son contundentes:

El 70% de los asesinatos machistas se producen en mujeres sin denuncias previas o con niveles de riesgo bajo.

La estadística revela lo que la calle ya sabe: el riesgo “bajo” no es un riesgo pequeño. Es un riesgo invisible, el más difícil de anticipar y el que más vidas cuesta.

Cuando el riesgo bajo se convierte en alto en cuestión de horas

El sistema asume que el riesgo es dinámico. Pero si nadie lo observa de cerca, ese dinamismo se convierte en peligro.
Una simple llamada del agresor, una visita inesperada, un acecho digital o una ruptura pueden disparar la violencia. Y si no hay convenio local, nadie revalúa el riesgo a tiempo.

La actualización depende de que la víctima llame al 091 o al 062, o de que una asociación como Somos Más comunique la alarma. A menudo, el cambio se registra después del incidente, no antes.

En palabras de una trabajadora social citada en el informe que hemos analizado:

“Hay mujeres que creen estar protegidas porque su caso está en VioGén, pero nadie las ha visto desde hace meses. La protección se convierte en una ilusión burocrática.”

Quién cubre el vacío

En los municipios sin convenio VioGén, la responsabilidad formal sigue siendo del Estado. Pero la cobertura real se reparte —o se diluye— entre distintos actores:

Actor Qué puede hacer Qué no puede hacer
Policía Nacional / Guardia Civil Mantienen el caso en VioGén, hacen seguimiento telefónico y gestionan emergencias. No pueden estar en todas partes; priorizan los casos graves.
Policía Local Acudir a emergencias, patrullar zonas sensibles. Sin convenio, no acceden a VioGén ni hacen seguimiento.
Servicios Sociales Detectar riesgo, atender necesidades básicas. No tienen competencia de protección física.
Centros de la mujer / asociaciones feministas Acompañamiento, planes de seguridad, apoyo emocional. No pueden ejecutar medidas policiales.
Entorno comunitario (vecinas, comercios, familiares) Alertar, proteger, ofrecer lugares seguros. No sustituyen la protección institucional.

El problema no es solo técnico; es político. Cuando un ayuntamiento decide no adherirse al sistema, está asumiendo que su policía actuará “a ciegas”.
Y mientras se debate en los despachos, hay mujeres que salen cada mañana sin saber si alguien las está vigilando o no.

Zaragoza: una gran ciudad, una gran brecha

El caso de Zaragoza es paradigmático. Con más de 1.600 casos activos en 2025, sigue sin contar con la integración plena de su Policía Local en el sistema. Esto provoca que los agentes municipales no conozcan los niveles de riesgo de las mujeres con las que tratan a diario.

Consecuencias directas:

  • No hay seguimiento presencial de los casos de riesgo bajo.
  • Las víctimas no reciben visitas preventivas ni acompañamiento.
  • La respuesta en fines de semana o noches se ralentiza.
  • Los menores expuestos a violencia vicaria quedan sin protección específica local.

Y mientras tanto, los agresores reincidentes, identificados en varias víctimas,siguen circulando libremente por los barrios, con un sistema que no conecta los puntos a tiempo.

En otras palabras: Zaragoza protege en diferido.

El espejismo de la protección estatal

El Ministerio del Interior insiste en que la cobertura está garantizada por Policía Nacional. Formalmente, es cierto: todos los casos figuran en VioGén.
Pero la protección real se mide en minutos de respuesta, en visitas preventivas, en ojos que observan y manos que acompañan.
Y ahí, el sistema falla.

Porque un seguimiento telefónico no evita una emboscada.

Porque una alerta sin respuesta es un grito en un buzón.

Porque el riesgo bajo no espera a que haya efectivos disponibles.

Cómo se intenta compensar desde la comunidad

Ante ese vacío, muchas asociaciones han desarrollado estrategias de autoprotección colectiva:

  • Refuerzo comunitario: crear círculos de vecinas o personas de confianza con una palabra clave para pedir ayuda.
  • Mapeo de lugares seguros: comercios, centros públicos, bares o portales donde la víctima pueda refugiarse.
  • Seguridad digital activa: revisar accesos, contraseñas, metadatos y redes sociales.
  • Registro de incidentes: documentar mensajes, llamadas o apariciones del agresor para elevar el nivel de riesgo.
  • Coordinación directa con el IAM, el 016 y asociaciones especializadas.
  • Entrenamiento en reacción rápida: qué hacer, a quién llamar, cómo describir la situación.

Estas pautas, recogidas ya en los nuevos Planes de Seguridad Personalizados del VioGén-2, son herramientas de resistencia. Pero no sustituyen la obligación del Estado de proteger.

Lo que el sistema no mide: la percepción del miedo

Un error estructural del modelo es que se centra en hechos comprobables más que en la percepción subjetiva de peligro. Y sin embargo, el miedo de una mujer suele ser un indicador más certero que cualquier algoritmo.
Una valoración de riesgo puede marcar “bajo” si el agresor no ha amenazado recientemente, aunque la víctima sienta que algo va a pasar.
En VioGén-2 se intenta corregir esto con entrevistas más empáticas, pero mientras el sistema no incorpore la intuición y la experiencia de las mujeres, seguirá midiendo el peligro con una regla fría.

No estar en VioGén: la otra invisibilidad

También hay mujeres que no están en el sistema porque nunca denunciaron.
Algunas por miedo, otras porque desconfían de la protección que ofrece.
Las experiencias de revictimización en comisarías, los interrogatorios sin sensibilidad o la exposición pública hacen que muchas prefieran callar.

Fuera de VioGén no hay seguimiento, ni PSP, ni registro de agresores.
Pero hay vidas en riesgo, madres que se esconden, menores que callan.
Y mientras tanto, el Estado presume de cifras y algoritmos, sin mirar lo que se escapa entre las rendijas.

Lo que debería cambiar

A estas alturas, el diagnóstico es claro. Lo que falta es decisión política.
Estas son algunas medidas urgentes:

  • Adhesión inmediata de todos los municipios al convenio VioGén: Ninguna ciudad grande puede permitirse actuar sin conexión al sistema.
  • Refuerzo operativo y humano: Más agentes, más formación en violencia machista y ciberviolencia.
  • Actualización continua del riesgo: Cada denuncia debe revisarse ante cualquier incidente nuevo, sin esperar plazos.
  • Protección real para menores: Aplicar los planes de seguridad diferenciados según edad y situación familiar.
  • Coordinación con asociaciones feministas: Porque son las primeras en detectar los cambios de riesgo.
  • Evaluación pública y transparencia: Publicar los datos de seguimiento, respuesta y actualización de riesgo por comunidad autónoma.

La responsabilidad compartida

La seguridad de una mujer no debería depender del código postal.
Estar o no estar en VioGén no puede marcar la diferencia entre vivir o morir.
Y, sin embargo, hoy esa es la realidad en demasiados lugares.

Cuando una ciudad se queda fuera del sistema, no es la administración la que se expone: son las mujeres. Cuando un nivel de riesgo se subestima, no es un error informático: es una puerta abierta a la violencia.
Y cuando el Estado confía más en la base de datos que en la palabra de las víctimas, olvida lo esencial: la protección no se delega, se ejerce.

Epílogo: lo que no puede seguir ocurriendo

Zaragoza, como muchas otras ciudades españolas, tiene recursos, formación y una ciudadanía comprometida. Pero mientras su Policía Local no esté integrada en VioGén, seguirá existiendo una brecha estructural entre lo que el sistema promete y lo que la vida exige.

Un sistema que protege solo en los papeles es un sistema que fracasa en su propósito.


Porque detrás de cada número de expediente hay una mujer que respira con miedo, un menor que escucha, una comunidad que espera que el Estado actúe.

VioGén-2 ha dado un paso adelante. Ahora toca que los ayuntamientos, las fuerzas de seguridad y las instituciones den los suyos.
No hay excusas técnicas ni burocráticas que justifiquen la desprotección.

La violencia machista no espera a los convenios. Y la protección no puede llegar tarde.