Destrozar vidas tiene que pagarse con cárcel no con «trabajos para la comunidad»

Cuando una mujer víctima de violencias machistas llega a nosotras, lo primero que hacemos es escucharla. La escuchamos sin juzgar, con toda la empatía y sororidad que nos da el haber pasado por todo lo que ella que te está contando y el saber en todo momento cómo se siente. La escuchamos, mucho. Lloramos con ella si lo necesita. La abrazamos. La acuerpamos. La animamos. Le aseguramos que en lo que a nosotras respecta, ya no estará más sola. Le resolvemos las dudas que están en nuestra mano, y las que no, removemos cielo y tierra para encontrar a quién nos las resuelva. En definitiva, estamos a su lado. Nosotras nunca la animamos a denunciar a las bravas a no ser que su vida y/o la de sus criaturas corra un peligro inmediato e inminente, nunca, porque la decisión de denunciar es algo que hay que pensar muy [...]