Estamos en época de toma de posesión de cargos electos en la administración local y autonómica y observamos que, en muchas ocasiones, a la hora de prometer o jurar el cargo hay mujeres que se nombran en masculino, cuando desde los años 90 está tipificada en femenino la nomenclatura de todas las titulaciones, profesiones, oficios, cargos y ocupaciones.

Nos preguntamos si da igual que te incluyan en el lenguaje a que no te incluyan, si da igual que te nombren a que no lo hagan, si da igual hablar con un lenguaje de iguales o con un lenguaje sexista, o si da igual nombrarte a partir de tu identidad sexual, que hacerlo desde otra que no es la tuya; y nuestra respuesta es en todos los casos la misma: no, no da igual.

Y, ¿POR QUÉ NO DA IGUAL?

  • Porque los usos y modos de la lengua son un medio para conseguir una sociedad igualitaria.
  • Porque el lenguaje es un arma todopoderosa.
  • Porque si mantenemos desigualdades en el lenguaje, estamos retrasando la consecución de la igualdad.
  • Porque no nombrarnos supone negarnos a las mujeres, y continuar con sociedades patriarcales.
  • Porque no utilizando un lenguaje inclusivo tratamos a las personas de diferente manera por su condición sexual. Fomenta la idea de que las mujeres somos secundarias y prescindibles. Nos consideran un “colectivo” con connotaciones de minusvaloración.
  • Damos veracidad a la idea de que lo masculino es lo universal. Y volvemos a tratar a las mujeres en base a su relación con un hombre.
  • Porque se utiliza el masculino con una pretendida neutralidad, que no tiene.
  • Porque las mujeres hemos llegado al empleo en condiciones de desventaja respecto a los hombres (no nos consideraban capaces de trabajar en igualdad de condiciones que los hombres). Es muy importante que no nos sintamos excluidas.

Volviendo al principio, a la toma de posesión de cargos públicos. En este contexto de nombrarse en masculino, hay cargos desempeñados por mujeres que están subordinados a la definición masculina. Cuando oímos tomar posesión del cargo a una mujer como Alcalde, Concejal o Presidente se nos ponen los pelos de punta porque estamos viendo una subordinación total a los hombres que marcan las directrices y, en consecuencia, que estamos dando pasos atrás en la igualdad.

¿Por qué lo hacen? Porque el yo masculino tiene el poder, el prestigio y el reconocimiento social.

Según como usemos el lenguaje nos estamos posicionando en la vida.

Se puede compatibilizar el uso de las normas gramaticales con el uso no sexista de la lengua. No estamos cometiendo errores gramaticales cuando nombramos nuestra profesión o cargo en femenino. Quizás estas mujeres solo deben reprogramar su subconsciente de los hábitos adquiridos.

También estamos observando que los medios de comunicación vuelven a nombrar el mundo solo en masculino. No podemos desandar el camino andado, y los medios suponen un altavoz muy importante.

El mundo también se nombra en femenino. El lenguaje no es inocente.