Una mujer de 27 años de edad, vecina del barrio almeriense de Pescadería, falleció poco después de las cinco de la tarde de este lunes, presuntamente después de ser agredida con un arma blanca en el cuello por su marido, de 32 años. En concreto, usó un cuchillo de cocina de 10 centímetros de hoja, que ha sido recuperado.

El matrimonio tenía tres hijos de corta edad. Uno de ellos incluso había nacido en este mismo año 2023, de 9, 8 años y 5 meses. Los niños presenciaron cómo el padre hirió mortalmente a la madre en el cuello y piden ayuda a los vecinos que contactan con la Policía.
El sospechoso “tras ofrecer éste resistencia moderada, en un principio usó a uno de sus propios hijos como escudo»

Otro nombre de mujer se añade, una vez más, a la «lista de la vergüenza» de las mujeres y criaturas asesinadas por asesinos machistas en nuestro país.

Otra mujer que pasará a ser un nombre más, un número más en las estadísticas oficiales pero que para nosotras, las víctimas que hemos sufrido las #ViolenciasMachistas y hemos logrado sobrevivir a ellas, jamás será una más. Será otra mujer a la que llorar.

Otra mujer por la que seguir luchando a pesar de los palos en las ruedas que se nos ponen constantemente.

Otras tres criaturas huérfanas por las que seguir peleando para que sean las últimas.

Otra de nosotras a la que ha asesinado un asesino machista por que sí.

Porque le ha dado la gana.

Porque las condenas en este país no se imponen a razón del delito cometido. Porque no son ejemplares, ejemplarizantes y ejemplarizadoras para que sirvan de aviso a navegantes. Porque sale muy barato asesinarnos, a nosotras y a nuestras criaturas.

Porque si pisan la cárcel, en muy pocos años están paseando libres en la calle, mientras las asesinadas jamás salen de un agujero en un cementerio, dónde los asesinos las meten para siempre.

Porque parece que pedir que se imponga la prisión permanente revisable a un asesino de mujeres y/o criaturas, es una blasfemia y una aberración, cuando es lo lógico.

Porque los atenuantes y los beneficios penitenciarios siguen siendo una realidad a la hora de juzgar, condenar, encerrar y cumplir condena los asesinos.

Porque no se puede ser antipunitivista con quienes maltratan, violan y/o asesinan a mujeres y/o criaturas.

Porque ya estamos más que hartas, más que cansadas, más que enfadadas con la actitud de nuestros gobernantes, políticos y jueces.

Porque las víctimas se suceden, una tras otra, todos los días del año, no sólo en precampaña y en campaña electoral. No sólo en los programas electorales que se anuncian a bombo y platillo durante los mítines en los baños de multitudes que se dan nuestros políticos.

Las víctimas somos reales, y no un modo de contentar al pueblo para conseguir más votos. Estamos vivas, sufriendo, nosotras y nuestras criaturas, cada día. Siendo maltratadas, violadas y asesinadas, nosotras y nuestras criaturas, cada día. Siendo revictimizadas, una y otra vez, cada día. Siendo vulnerados nuestros derechos y los de nuestras criaturas, cada día. Siendo juzgadas nosotras en vez de los maltratadores, cada día.

Y nosotras sólo pedimos justicia, porque tenemos derecho a ella. Protección, ante los maltratadores y asesinos. Condenas acorde con los delitos cometidos, incluida la prisión permanente revisable.

Justicia para nosotras y nuestras criaturas.

Vivir en paz porque nos lo merecemos después del infierno por el que hemos pasado.

Separar a nuestras criaturas de los maltratadores para siempre.

Que se cuente con asociaciones como Somos Más a la hora de legislar, crear protocolos de actuación para con las víctimas, acompañarlas en comisarías, juzgados, psicosociales, etc.

Simplemente, cosas lógicas para la defensa y protección de las víctimas de violencias machistas.

Y cómo siempre decimos: señoras y señores gobernantes. Señoras y señores jueces. Señoras y señores políticos.

Piensen en que una, sólo una, de esas mujeres pudiera ser su hija, su hermana, su nieta, su prima, su amiga. Una, sólo una, de esas criaturas, pudiera ser su hija, hijo, nieta, nieto, sobrina, sobrino…

Pónganse en la piel de esas familias, en su dolor, en su sufrimiento para toda la vida y legislen, juzguen y actúen en consecuencia.